Bibliografía: J. G. Heintz ‒ L. Millot, Le livre prophétique d'Osée. Texto-bibliographie du XXème siècle, Harrassowitz, Wiesbaden 1999. Con sus 217 páginas es la más completa hasta finales del siglo pasado.
miércoles, 27 de abril de 2011
viernes, 10 de agosto de 2007
3: EL MENSAJE
1.1. Injusticias y corrupción reinante :
Lo primero que el profeta detecta en la sociedad de su tiempo es la falta de una serie de actitudes fundamentales (verdad, lealtad, conocimiento de Dios), que luego se concretan en contravenciones de la segunda tabla del decálogo (juramento, mentira, asesinato, robo, adulterio, homicidio).Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel:el Señor pone pleito a los habitantes del país,
que no hay verdad ni lealtad
ni conocimiento de Dios en el país,
sino juramento y mentira,
asesinato y robo,
adulterio y libertinaje,
homicidio tras homicidio (Os 4,1-2).
El entusiasmo de los israelitas por el culto es algo que Oseas conoce perfectamente: a mayor prosperidad económica, más altares; en momentos de peligro, se busca al Señor con ovejas y vacas, pensando que es el mejor modo de agradarlo. Sin embargo, lo que Dios quiere es otra cosa: lealtad, misericordia, cumplimiento de su voluntad.
Con ovejas y vacas irán en busca del Señor,
sin encontrarlo,
pues se ha apartado de ellos (5,6)
Porque quiero lealtad, no sacrificios;
conocimiento de Dios, no holocaustos (6,6)
Efraín multiplicó sus altares para pecar,
para pecar le sirvieron sus altares.
Aunque les dé multitud de leyes,
las consideran como de un extraño.
Pues aunque inmolen víctimas en mi honor
y coman la carne,
al Señor no le agradan (8,11-13).
Israel era vid frondosa, daba fruto:1.3. La idolatría cultual
cuanto más fruto, más altares;
cuanto mejor iba el país, mejores estelas.
Tienen el corazón dividido (10,1-2).
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Se manifiesta en dos vertientes: el culto al Baal y el culto a los becerros de oro. El culto a Baal va acompañado de ritos de fecundidad (4,12b-13; 7,14b; 9,1):
y queman ofrendas en las colinas,
debajo de encinas y álamos
y terebintos de agradable sombra.
Y así se prostituyen vuestras hijas
y adulteran vuestras nueras (4,12-13).
Con su plata y su oro
se hicieron ídolos para su perdición.
Hiede tu novillo, Samaría,
ardo de ira contra él.
Porque ¿qué es ese toro?,
¿acaso un dios?
Un escultor lo hizo, no es dios,
se hace astillas el novillo de
Samaría (8,4-6)
Y ahora continúan pecando,
se funden imágenes para su perdición,
se hacen ídolos de plata con destreza,
obras de pura artesanía.
En su honor inmolan corderos,
les dan a beber sangre de novillos (13,2).
1.4. La idolatría política
La idolatría tiene también para Oseas otra vertiente: la política[2]. En una época de grandes convulsiones, cuando está en juego la subsistencia del país, los israelitas corren el peligro de buscar la salvación fuera de Dios, en las alianzas con Egipto y Asiria, las grandes potencias militares del momento, que pueden proporcionar caballos, carros y soldados. Entonces, Asiria y Egipto dejan de ser realidades terrenas; a los ojos de Israel aparecen como nuevos dioses capaces de salvar. El pueblo se va tras ellos olvidando a Yahvé. Con ello contraviene de nuevo el primer mandamiento.
Tú me los pediste:Comparándolo con Amós, Oseas no sólo amplía el campo de interés en la denuncia, sino que considera toda la historia del pueblo como una historia de pecado y rebeldía. ¿Qué actitud adoptará Dios ante ello?
"Dame rey y príncipes".
Airado te di un rey,
y encolerizado te lo quito (13,11).
Dos cosas hieren al esposo: la decisión de la esposa de abandonarlo ("me voy con mis amantes") y el que atribuya a los amantes todos sus bienes ("pan, agua, lana, lino, vino, aceite"). Tras las metáforas se esconde una clara referencia a los baales cananeos y a los bienes materiales que pretenden garantizar.Se decía: Me voy con mis amantes,que me dan mi pan y mi agua,
mi lana y mi lino,
mi vino y mi aceite.
Pues bien, voy a vallar su camino con zarzalesy le voy a poner delante una barrera
para que no encuentre sus senderos.
Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará,
los buscará y no los encontrará,
y dirá: Voy a volver con mi primer marido,
porque entonces me iba mejor que ahora.
Ella no comprendía que era yo quien le dabaA las palabras iniciales de la esposa: "mis amantes son los que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino...", el marido reacciona reivindicando sus derechos: "era yo quien le daba el trigo, el vino y el aceite". Por eso, en un arrebato de cólera, decide vengarse de la mujer quitándole todo lo que le ha dado. Y si antes, en la primera solución, intentaba impedir que se fuese con sus amantes, ahora es él mismo quien la lleva ante ellos para deshonrarla en su presencia. Sin embargo, el protagonista advierte que tampoco esta solución sirve de nada. Viene entonces a su mente el remedio definitivo.
el trigo y el vino y el aceite.son mi paga, me las dieron mis amantes.
Por eso le quitaré otra vez mi trigo en su
tiempo y mi vino en su sazón;
recobraré mi lana y mi lino, con que cubría su desnudez.
Descubriré su infamia ante sus amantes,
y nadie la librará de mi mano;
pondré fin a sus alegrías, sus fiestas,
sus novilunios, sus sábados y todas sus solemnidades.
Arrasaré su vid y su higuera, de los que decía:
Los reduciré a matorrales y los devorarán las alimañas.
Le tomaré cuentas de cuando ofrecía incienso a los
Baales y se endomingaba con aretes y gargantillas
para ir con sus amantes, olvidándose de mí
‑oráculo del Señor‑.
O si no, mira, voy a seducirla llevándomela al desiertoy hablándole al corazón.
Allí me responderá como en su juventud,
como cuando salió de Egipto.
Aquel día ‑oráculo del Señor‑ me llamarás Esposo mío,
ya no me llamarás Idolo mío.
Le apartaré de la boca los nombres de los Baales
y sus nombres no serán invocados.
Me casaré contigo para siempre,
me casaré contigo a precio de justicia y derecho,
de afecto y de cariño.
Me casaré contigo a precio de fidelidad,
y conocerás al Señor.
Cuando Israel era niño, lo amé,y desde Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí:
ofrecían sacrificios a los Baales
y quemaban ofrendas a los ídolos.
Yo enseñé a andar a Efraín y lo llevé en mis brazos,
y ellos sin darse cuenta de que yo los cuidaba.
Con correas de amor los atraía, con cuerdas de cariño.
Fui para ellos como quien alza una criatura a las mejillas;
me inclinaba y les daba de comer.
Pues volverá a Egipto, asirio será su rey,Ante la inminencia del castigo paterno, Israel pide auxilio a Baal, pero sin éxito.
porque no quisieron convertirse.
Irá girando la espada por sus ciudades
y destruirá sus cerrojos;
por sus maquinaciones devorará a mi pueblo,
propenso a la apostasía.
Y cuando parece que la situación es desesperada, Dios lucha consigo mismo y la misericordia vence a la cólera (vv.8-9).Aunque invoquen a su Dios,tampoco los levantará.
Es interesante notar que este texto no dice nada de la conversión del hijo, igual que el capítulo 2 no hablaba de la conversión previa de la mujer. El acento recae con toda fuerza sobre el amor gratuito de Dios.¿Cómo podré dejarte, Efraín; entregarte a ti, Israel?¿Cómo dejarte como a Admá; tratarte como a Seboín?
Me da un vuelco el corazón, se me conmueven las entrañas.
No ejecutaré mi condena, no volveré a destruir a Efraín;
que soy Dios y no hombre,
el Santo en medio de ti y no enemigo devastador.
En este momento debería seguir la liturgia penitencial del pueblo, pero Dios interviene de repente, anunciando su perdón por pura gracia:Conviértete, Israel, al Señor, tu Dios,que tropezaste en tu culpa.
Preparad vuestro discurso
y convertíos al Señor; decidle:
"Perdona del todo nuestra culpa;
acepta el don que te ofrecemos,
el fruto de nuestros labios.
Asiria no nos salvará,
no montaremos a caballo;
no volveremos a llamar dios nuestro
a las obras de nuestras manos"
Curaré su apostasía,Y lo que Baal no pudo concederles, la fecundidad de la tierra, lo otorga Dios, subrayando que la lluvia y los frutos son don suyo (vv.6-9).
los querré sin que lo merezcan,
mi cólera ya se ha apartado de ellos.
Seré rocío para Israel:El mensaje de Oseas tiene algo de desconcertante. Nuestra lógica religiosa sigue los siguientes pasos: pecado-conversión-perdón. La gran novedad de Oseas, lo que lo sitúa en un plano diferente y lo convierte en precursor del Nuevo Testamento, es que invierte el orden: el perdón antecede a la conversión. Dios perdona antes de que el pueblo se convierta, aunque no se haya convertido. San Pablo repite esta idea cuando escribe a los romanos: "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores" (Rom 5,8). Y lo mismo dice Juan en su primera carta: "En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4,10). Esto no significa que la conversión sea innecesaria. Pero sí que se produce como respuesta al amor de Dios, no como condición previa al perdón.
florecerá como azucena
y arraigará como álamo;
echará vástagos,
tendrá la lozanía del olivo
y el aroma del Líbano;
volverán a morar a su sombra,
revivirán como el trigo,
florecerán como la vid,
serán famosos como el vino del Líbano.
[2]. Véase J. L. Sicre, Los dioses olvidados (Madrid 1979).
[3]. Para comprender lo que esto supone aconsejo la lectura de José María Valverde, Enseñanzas de la edad, 198ss ("El profesor de español"), o la del poema de Bob Dylan, With God on our side ("Con Dios de nuestra parte").
2. LA PERSONA
De Oseas no sabemos el año en que nació ni el de su muerte. Tampoco conocemos el lugar de su nacimiento y su profesión. El libro sólo nos informa sobre el nombre del profeta, el de su padre (Beerí) y el de su esposa (Gómer). De este matrimonio nacieron tres hijos: dos niños y una niña, a los que puso nombres simbólicos: "Dios siembra" (Yezrael), "Incompadecida" (lo' ruhamâ), "No-pueblo-mío" (lo' `ammî).
Ese matrimonio comienza con una orden desconcertante: "Anda, toma una mujer prostituta y ten hijos bastardos..." Incluso en épocas tan liberales como la nuestra resultan chocantes estas palabras en boca de Dios. Imaginemos lo que pensarían antiguos exegetas más estrictos. ¿Cómo podía mandar Dios algo parecido? Sobre todo, sabiendo que Gómer terminaría engañando a Oseas, como dice el c.2.
Aún no repuestos del susto, el c.3 nos depara uno nuevo. El Señor vuelve a ordenar a Oseas: "Vete otra vez, ama a una mujer amante de otro y adúltera..." Obediente, busca a esa mujer innominada y la compra por quince pesos de plata y fanega y media de cebada. Luego la obliga a un celibato forzoso; no tendrá relaciones ni siquiera con su nuevo "marido".
¿A qué viene esta nueva mujer? ¿Es la misma de antes, que en el c.2 se dice que abandonó a su marido? Se comprende que el matrimonio de Oseas haya sido y sea motivo de interminables discusiones, que probablemente nunca encontrarán una solución satisfactoria[i].
Las principales teorías son:
1) Los tres primeros capítulos son pura ficción literaria, sin base alguna en la realidad.
De estas opiniones, la más probable parece la tercera: Gómer no era una prostituta, pero fue infiel a su marido y lo abandonó. Esta trágica experiencia matrimonial le sirvió a Oseas para comprender y expresar las relaciones entre Dios y su pueblo. Dios es el marido, Israel la esposa. Ésta ha sido infiel y lo ha abandonado para irse con otro (Baal) o con otros (Asiria y Egipto). Por eso, cuando habla de los pecados del pueblo los califica de "adulterio", "fornicación", "prostitución"; y cuando habla del amor de Dios lo concibe como un amor apasionado de esposo, pero de un esposo capaz de perdonarlo todo y de volver a comenzar.
Además de tener que soportar su tragedia matrimonial, Oseas chocó también con la oposición de sus oyentes, que lo tacharon de "necio" y "ridículo" (9,7); pero nadie le prohibió hablar, como a Amós.
Su actividad se desarrolló siempre en el Reino Norte, probablemente en Samaria, Betel y Guilgal. Aunque no sabemos dónde nació, debió de ser también en el norte, pues todas las ciudades que menciona son israelitas y nunca habla de Jerusalén ni de otras ciudades judías.
Sus últimos oráculos podemos fecharlos en el 725. No sabemos si marchó a Judá después de la caída de Samaria o antes de que asediasen la ciudad. En cualquier caso, su predicación fue pronto conocida en el Reino Sur, ya que allí se hizo la redacción definitiva del libro.
[i]. El comentario de Rudolph expone muy bien las distintas posturas. Véase también H. H. Rowley, "The Marriage of Hosea": BJRL 39 (1956) 200-233. Los capítulos 1-3 del libro de Oseas son un caballo de batalla para muchas feministas. Puede verse una lectura alternativa en Yvonne Sherwood, The Prostitute and the Prophet: Hosea's Marriage in Literary-Theoretical Perspective. JSOT SupplSer 212 (Sheffield 1996); Alice A. Keefe, Woman's Body and the Social Body in Hosea. JSOT SupplSer 338 (Londres 2001).
1: SITUACIÓN POLÍTICA Y RELIGIOSA
El editor del libro de Oseas, que era de origen judío, sitúa su actividad en los reinados de Ozías, Yotán, Acaz y Ezequías de Judá. Como una concesión al origen norteño del profeta añade que esos reinados coinciden con el de Jeroboán II de Israel. En un examen de historia de Israel, ese editor difícilmente habría aprobado. Le faltan nada menos que otros seis reyes israelitas contemporáneos del profeta: Zacarías, Salún, Menajén, Pecajías, Pécaj y Oseas. La lista es tan aburrida que podemos perdonárselo. Pero no sin recordar que esos nombres dan testimonio de la época más trágica de la historia de Israel y de la desaparición del Reino Norte.
Para comprender la época de Oseas conviene recordar algunos datos de la situación internacional y de la política interior.

El emperador y sus sucesores adoptarán con los demás países, cercanos o lejanos, unas normas de conducta que conviene conocer: a) el primer paso consiste en una demostración de fuerza, que lleva a esos estados a una situación de vasallaje, con pago anual de tributo; b) si más tarde tiene lugar, o se sospecha, una conspiración contra Asiria, las tropas del imperio intervienen rápidamente, destituyen al monarca reinante y colocan en su puesto a un príncipe adicto; al mismo tiempo se aumentan los impuestos, se controla más estrictamente la política exterior y se disminuye el territorio, pasando gran parte de él a convertirse en provincia asiria; c) al menor signo de nueva conspiración intervienen de nuevo las tropas; el país pierde su independencia política, pasando a convertirse en provincia asiria, y tiene lugar la deportación de gran número de habitantes[2], que son sustituidos por extranjeros; ésta última medida pretende destruir la cohesión nacional e impedir nuevas revueltas; el Reino de Israel será víctima de tal procedimiento el año 720.
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Resulta imposible exponer brevemente todas las campañas de Tiglatpileser[3]. Tampoco nos ayudaría demasiado para conocer a Isaías y Miqueas. Basta saber que en sus años de reinado (745-727) consiguió extender su dominio a Urartu, Babilonia y la zona de Siria-Palestina. Precisamente las campañas en esta última región le harán intervenir (a petición de Judá) en la guerra siro-efraimita, de la que hablaremos más adelante. Desde ese momento (año 734) Judá queda sometida a Asiria en el primer grado de vasallaje.
A Tiglatpileser III le sucedió Salmanassar V (727-722), del que no poseemos muchos datos. El comienzo de su reinado pareció a muchos países el momento oportuno para rebelarse. Judá se mantuvo al margen de revueltas, pero Israel intentó conseguir su independencia. Lo único que logró fue precipitar su ruina. Samaria cae tras dos años de asedio (722). Según la táctica asiria, a la derrota debe seguir la deportación; pero Salmanassar muere asesinado, e Israel prolonga su agonía hasta el 720, fecha en que Sargón II deporta a 27.290 samaritanos[4].
2. La política interior
1.1. La guerra civil del año 753
El año 753 marca el comienzo de esta crisis. Tras seis meses de gobierno, Zacarías, hijo de Jeroboán, es asesinado por Salún. Con ello se cumple lo anunciado por el nombre del primer hijo de Oseas: "Llámalo Yezrael, porque muy pronto tomaré cuentas de la sangre de Yezrael a la dinastía de Jehú" (1,4).
1.2. Comienzo del sometimiento a Asiria (año 742)
Es posible que los primeros años de Menajén fuesen prósperos. Pero esto no es seguro, sobre todo si admitimos que la guerra civil produjo una división del Reino Norte en dos territorios, los que Oseas llama "Israel" y "Efraín" [5]. En cualquier hipótesis, el horizonte internacional se nublaría muy pronto. El año 745 sube al trono de Asiria Tiglatpileser III, excelente militar, deseoso de formar un gran imperio. Las consecuencias de este hecho se notarán pronto en Israel: el año 742 Menajén debió pagar mil pesos de plata, imponiendo una contribución a todos los ricos del país (2 Re 15,19-20)[6].
Las luchas anteriores, el pago del impuesto, las disensiones dentro del ejército, van a provocar otra crisis profunda. Pecajías, hijo de Menajén, será asesinado, tras dos años de gobierno, por su oficial Pécaj (740-731), que lo suplanta en el trono. Los años de prosperidad están ya lejos.
1.3. La coalición siro-efraimita contra Judá (año 734).
Pero Pécaj, en vez de seguir una política de neutralidad internacional y de paz interna, se lanza a una absurda aventura. En unión de Damasco declara la guerra a Judá. No sabemos con exactitud por qué motivos. Unos lo justifican por el deseo de formar una coalición antiasiria, otros por luchas territoriales en Transjordania[7]. En cualquier caso, esta guerra siro-efraimita será una catástrofe para Israel. Tiglatpileser III acude en ayuda de Judá, arrasa Damasco y arrebata a Pécaj "Iyón, Abel bet Maacá, Yanoj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí, y llevó a sus habitantes deportados a Asiria" (2 Re 15,29).
La decepción de los israelitas debió de ser profunda. Y la solución fácil de encontrar: "Oseas, hijo de Elá, tramó una conspiración contra Pécaj, lo mató y lo suplantó en el trono" (2 Re 15,30). Oseas, contemporáneo y homónimo del profeta, será el último rey de Israel (731-722).
1.4. Rebelión final contra Asiria y desaparición del Reino Norte (725-722)
Tras unos años de sometimiento, el rey Oseas dejó de pagar tributo a Asiria, provocando la reacción del emperador Salmanasar V, que asedia la capital. Al cabo de tres años, Samaria cae en poder de los sitiadores (722) y el reino de Israel desaparece de la historia. Estas revueltas continuas y asesinatos ayudan a comprender las duras críticas del profeta contra sus gobernantes y la decepción con que habla de la monarquía[8].
2. Situación religiosa
Para entender el mensaje de Oseas es preciso tener en cuenta otro dato: el culto a Baal. Cuando los israelitas llegaron a Palestina formaban un pueblo de pastores seminómadas. Concebían a Yahvé como un dios de pastores, que protegía sus emigraciones, los guiaba por el camino y los salvaba en los combates contra tribus y pueblos vecinos. Al establecerse en Canaán cambiaron en parte de profesión, haciéndose agricultores. Muchos de ellos, con escasa formación religiosa y una idea de Dios muy imperfecta, no podían concebir que su dios de pastores pudiese ayudarles a cultivar la tierra, proveerles de lluvia y garantizarles estaciones propicias. Entonces se difunde el culto al dios cananeo Baal, señor de la lluvia y de las estaciones, que proporciona la fecundidad de la tierra y favorece los cultivos. Los israelitas aceptaron a este dios, a pesar de que su culto implicaba prácticas inmorales, como la prostitución sagrada.
Yahvé siguió siendo el dios del pueblo, pero quien satisfacía las necesidades primarias era Baal. Concedía el pan y el agua, la lana y el lino, el vino y el aceite. Cuando el israelita los tenía, no daba gracias a Yahvé, sino a Baal; cuando carecía de ellos, se avecinaba una mala cosecha o un período de sequía, en vez de acudir a Yahvé invocaba a Baal. En cualquier otro país, esto no habría planteado el menor problema; las divinidades acostumbraban ser muy tolerantes. Pero Yahvé es un dios intransigente, que no permite competencia de ningún tipo. Es lo que nos dirá Oseas con unas imágenes clarísimas.
[1]. Cf. Israelite & Judaean History, ed. por J. H. Hayes y J. M. Miller, OTL (Londres 1977), 415-21 y la bibliografía que allí se cita.
[5]. Tal es la opinión de H. J. Cook, "Pekah": VT 14 (1964) 121-135 y de E. R. Thiele, "Pekah to Hezekiah": VT 16 (1966) 83-107.
[6]. La fecha del tributo de Menajén es bastante discutida. Thiele, Schedl, Cody, Saggs, Allo y otros lo sitúan entre los años 743-741, durante el asedio de Arpad. Antes era frecuente datarlo en el 738. En la cronología que sigo, para esta última fecha Menajén habría ya muerto. Sobre los motivos de este tributo y los difíciles problemas históricos véase J. L. Sicre, Los dioses olvidados (Madrid 1979) 38-40.
[7]. El tema de la guerra siro-efraimita lo trato con más detalle al hablar de la actividad de Isaías durante el reinado de Acaz.
[8]. Cf. J. L. Sicre, "La actitud del profeta Oseas ante la monarquía y el mesianismo", en Palabra y vida, Homenaje a J. Alonso Díaz (Madrid 1984) 101-110.